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El cine sonoro, muy sonoro…

Hay veces que vas al cine simplemente porque te apetece, no porque vayas a ver una película. Como cuando ibas al videoclub una tarde de domingo y comprabas pipas y alquilabas lo que fuera. Vas al cine, miras a ver qué echan y p’adentro. A ver que te tira el cuerpo. O bueno, lo miras desde casa con tu smartphone de turno y eliges el horario, porque claro, antes los cines tenían 3 pases y era fácil desde casa decir: «uhm, son las siete, voy a ver que echan en media horita». Ahora, vete a saber a qué hora empieza. Estoy seguro de que, un superestreno tipo «Los Vengadores», el fin de semana de premiere estuvo proyectándose ininterrumpidamente en España en lapsos de 5 minutos desde las 16:00 en algún sitio. A las 16:00, 16:05, 16:10, 16:15, etc, etc… así hasta las sesiones golfas.

 

Total, que fui a unos multicines de una localidad costera famosa por su aeropuerto. Uno vacío. Yo qué sé. Por allí estaba. Dije: vamos a ver si el cine lo tienen igual. Y no, había gente. Chavales. Le pegaba a la película: Men in Black 3 (otro día os hablo de ella). Como siempre en los multicines con entradas numeradas (¿aún quedan cines sin numerar?), nos pusieron a los 15 que íbamos todos juntitos, apelotonados. Precioso.

 

Normalmente, prefiero tener espacio a mis lados, pero bueno, no pasa nada: nadie tapa a nadie, ángulo de visión correcto. Adelante. En los trailers, los 4 chavalines de detrás no paraban de hablar. Volumen normal… para el salón de su casa. A su bola. Pensé: estos se callarán en cuanto empiece.

 

Pues no: ahí seguían. De charreta. Tan tranquis. Y pensé: «esto es un daño colateral de las descargas». Estuve a punto de llamar a González Macho y todo, para que lo dijera en la próxima gala de los Goya y echarme unas risas: la gente descarga en casa, se pone a ver todo en su megaplasma y lo comenta con los amigotes/pareja/compañerosdepiso/40chinosalojadosilegalmenteenloqueeraelcuartodelniño y se mal acostumbra. Luego va al cine y pasa lo que pasa.

 

Pero hoy, hablando con amigotes caí en que no. En que, de hecho, la cosa ha mejorado infinitamente (algún nostálgico dirá que no). Que antes, cuando éramos chavales, lo NORMAL era que un grupo de gente de nuestra edad (a veces nosotros mismos) la liara en el cine: que hicieran supuestos comentarios divertidos en voz alta respondidos con un coro de risas a lo Beavis & Butthead, que hubiera guerra de palomitas, que se comentara la película a lo loco… por no hablar de escenas subiditas de tono.

 

 

De estas rescataré la de un tío de mi instituto en la adolescencia. El cerebro decidió gastar una bromita a su novieta y abrir el cartoncillo de las palomitas por debajo… para meter su miembro virilen él y que la otra se lo encontrara al coger palomitas que llevarse a la boca. Maravilloso ideón. No sé en qué estaría pensando: si en que ella, presa del ingenio, tras la sorpresa, se abalanzaría a «comer palomitas» a morro o simplemente quería gastarle una broma. O a lo mejor, presumir… pero para este extremo debería poseer el dato de si compró el paquete (nunca mejor dicho) pequeño, mediano o grande de palomitas y lo desconozco. En fin, el resultado, desde luego, no fue el deseado, seguro:

 

– La chica chilló del susto en la sala.
– La polla le escoció por la sal durante días.

 

Brillante.

 

 

En fin. Que recordando batallitas de la infancia-adolescencia, la verdad es que, hoy en día, que te toquen 2 charlando detrás, con los cines semi vacíos que nos estamos gastando… ni tan mal. Se cambia uno de sitio y sin problemas.

 

Eso sí, llego a viajar en el tiempo como Will Smith en MiB3 (que eso hablamos mañana, Escriiiii… ay!) y me encuentro con la gente que iba en mi adolescencia al cine y me da un telele.

 

¿Y vosotros, qué habéis llegado a ver en un cine?

 

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